viernes, 30 de octubre de 2009

Una larga relación

In memoriam.

Hemos tenido una bonita y larga relación de más de doce años.
Al principio salíamos por el barrio, y si no hacía demasiado frío íbamos a pasear por Montjuich, sólo por el placer de pasear.
Al poco tiempo empecé a llevarla conmigo al trabajo. Subíamos juntas por la calle Urgel a primera hora de las mañanas de los sábados. Y cuando el sol ya estaba alto, muy alto, bajábamos por Balmes a toda prisa para llegar pronto a casa y comer!
Durante los cuatro años de Universidad me acompañaba cada mañana, con la brisa marina al pasar por la rotonda de Colón. Los semáforos, más que conocidos, esperaban a que nosotras pasáramos para encender el ámbar. Era la vergüenza de vernos pasar que se les ponían las mejillas rojas.
Gracias a ella pude comer en casa durante los años de Universidad, mientras la mayoría de mis amigos y compañeros tenían que hacer turnos entre tupper y menú del bar.
Con ella aprendí que esta ciudad es lo suficientemente pequeña como para llegar a cualquier parte en un tiempo máximo de quince minutos. De casa al trabajo: siete minutos y medio. Del trabajo a la escuela oficial de idiomas: diez minutos. De la escuela a casa: tres minutos. Del trabajo a aikido: doce minutos. Del trabajo al juzgado: nueve minutos.
Ayer era el día idóneo para morir, porque yo ya había tenido un día de luto (un juicio que perdí porque no vino el cliente, dos horas y cuarto haciendo trámites en hacienda, una lesión en aikido y un examen para el que no había podido estudiar).
Esta mañana he ido al mecánico para que me diera un diagnóstico y sus palabras exactas han sido "Ha muerto. Se merece un entierro digno".

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