A mi las cosas eternas me dan vértigo. Quizás eso me permita ser atea sin tener, de vez en cuando, un miedo atroz al final.
No soy dada a ir a la moda, ni a cambiarme de peinado con cada nueva temporada, ni teñirme según dicte la corriente general. Pero debo reconocer que a principios de los noventa llevaba una ropa y un peinado que ahora sería incapaz incluso de imaginar. Nos cansamos de llevar siempre lo mismo, de escuchar la misma música, de comer el mismo tipo de comida, de estar con la misma gente, y de llevar la misma camiseta. Por eso vamos cambiando, y no hacemos lo mismo las 24 horas del día, todos los días del año.
Esta mañana, parada en un semáforo, sobre la moto de mi lado, había un chico con la misma cara de sobado que tenía yo. Llevaba un tatuaje en la cara similar al de la chica de la foto, pero en lugar de estrellas, eran puntos.
No es que yo tenga nada en contra de los tatuajes, simplemente me dan vértigo, en tanto que eternos, pero ¿¿en la cara??. Depende del trabajo que tengas, debe de ser lo más "in", pero espero que nunca te canses de ese trabajo, porque lo primero que ve la gente cuando te conoce, no es a ti, sino tu tatuaje.
Ahora ya nada es eterno, con láser todo se arregla. Pero ese no es el objetivo cuando te haces un tatuaje. Cuando lo haces, piensas que es para toda la vida, por eso es importante decidir bien qué nos tatuamos. Una amiga de una amiga, recién cumplidos los dieciocho, se fue de cabeza a un centro de tatuajes, y en aquella época no había tantos como ahora. Actualmente, cuando va a la playa, todos pueden ver a una treintañera con un tatuaje de piolín (amarillo) en la cadera. Mi hermano se tatuó el nombre de una novia en el brazo, podeis imaginar que la relación no fue eterna, pero él sigue viendo su nombre cada día de su vida. Luego se tatuó el nombre de mi madre sobre el pecho, al menos esa relación tiene visos de cierta eternidad.
Buscando una imagen para el post, he descubierto que existen lugares donde nunca pensé que la gente se tatuara. El más divertido que he visto, es una cara tatuada en la planta de un pie ("para pisar a los demás", decía el pie de foto) y el más doloroso, cafre, y bestia, era un tatuaje en el blanco de los ojos. Sin comentarios.