lunes, 25 de mayo de 2009

Forever and ever



A mi las cosas eternas me dan vértigo. Quizás eso me permita ser atea sin tener, de vez en cuando, un miedo atroz al final.

No soy dada a ir a la moda, ni a cambiarme de peinado con cada nueva temporada, ni teñirme según dicte la corriente general. Pero debo reconocer que a principios de los noventa llevaba una ropa y un peinado que ahora sería incapaz incluso de imaginar. Nos cansamos de llevar siempre lo mismo, de escuchar la misma música, de comer el mismo tipo de comida, de estar con la misma gente, y de llevar la misma camiseta. Por eso vamos cambiando, y no hacemos lo mismo las 24 horas del día, todos los días del año.

Esta mañana, parada en un semáforo, sobre la moto de mi lado, había un chico con la misma cara de sobado que tenía yo. Llevaba un tatuaje en la cara similar al de la chica de la foto, pero en lugar de estrellas, eran puntos.

No es que yo tenga nada en contra de los tatuajes, simplemente me dan vértigo, en tanto que eternos, pero ¿¿en la cara??. Depende del trabajo que tengas, debe de ser lo más "in", pero espero que nunca te canses de ese trabajo, porque lo primero que ve la gente cuando te conoce, no es a ti, sino tu tatuaje.

Ahora ya nada es eterno, con láser todo se arregla. Pero ese no es el objetivo cuando te haces un tatuaje. Cuando lo haces, piensas que es para toda la vida, por eso es importante decidir bien qué nos tatuamos. Una amiga de una amiga, recién cumplidos los dieciocho, se fue de cabeza a un centro de tatuajes, y en aquella época no había tantos como ahora. Actualmente, cuando va a la playa, todos pueden ver a una treintañera con un tatuaje de piolín (amarillo) en la cadera. Mi hermano se tatuó el nombre de una novia en el brazo, podeis imaginar que la relación no fue eterna, pero él sigue viendo su nombre cada día de su vida. Luego se tatuó el nombre de mi madre sobre el pecho, al menos esa relación tiene visos de cierta eternidad.

Buscando una imagen para el post, he descubierto que existen lugares donde nunca pensé que la gente se tatuara. El más divertido que he visto, es una cara tatuada en la planta de un pie ("para pisar a los demás", decía el pie de foto) y el más doloroso, cafre, y bestia, era un tatuaje en el blanco de los ojos. Sin comentarios.

miércoles, 20 de mayo de 2009

El pensador

¿Por qué soy la reina del pensamiento obsesivo deconstructivo?
¿Por qué si soy consciente de ello no puedo evitarlo?
¿Por qué no me canso de pensar lo mismo 24 horas al día?
¿Por qué me siento tan culpable por hacerlo?
¿Por qué siempre que me obsesiono con algo me genera dudas, problemas, comidas de tarro, etc?
¿Por qué no me obsesiono con estudiar, que sería más productivo?

La respuesta a esta y otras dudas... cuando sea vieja y experta, pero por ahora, a seguir con la dinámica deconstructiva (es decir, que contribuye a desmontar lo montado, en lugar de generar o construir)

martes, 12 de mayo de 2009

Peor para el Sol

Cuando aún era adolescente conoció al que ahora es su marido, padre de sus hijos, ciudadano ejemplar.
Los años pasan, los embarazos se notan, el pelo empieza a clarear, y aunque siga siendo una mujer atractiva, ella es consciente de que no mueve las pasiones que movía.
La semana pasada, por cuestiones profesionales, tomó contacto con un hombre atractivo. Él la miraba con ojos lascivos, y ellas respondía con caídas de párpados y sonrisas sinuosas.
A ella le gustan estos juegos, los utiliza normalmente para relacionarse con los hombres, porque eso le permite seguir sintiéndose atractiva, le recuerda que es una mujer joven y sexy, no sólo porque se lo diga su marido.
El hombre atractivo con el que jugaba dio un paso adelante que hasta ahora nadie había dado, le propuso tener relaciones sexuales, de forma velada, pero se lo dijo. Y aquí llegó el final del juego, porque a estas cosas no se puede jugar sin tener un as en la manga, o sin asumir el riesgo del juego.
Ahora ella no sabe qué hacer. No sabe hasta qué punto puede forzar esta situción y salir airosa de ella, o hasta qué punto forzarla supondrá dar un paso del que puede arrepentirse mucho tiempo.

viernes, 8 de mayo de 2009

retomando el tema...

Bueno, pues retomando el tema de los robos, os explicaré mi última anécdota con los ladrones, ladronzuelos y chorizos que habitan esta ciudad.
Día y hora: Martes 22:15 horas de la noche.
Lugar: Riera Alta a la altura de la plaza Aureli Capmany.
Situación: Dos señoras dentro de un coche. El vehículo tiene puestos los cuatro intermitentes porque está parado en el carril bici. Se supone que es una parada corta.
Yo estoy justo delante, en el parking de motos, cagándome en todo porque mi padre tiene que venir desde la otra punta de la ciudad a ayudarme a romper el candado de mi moto, ya que se me rompió y me ha dejado la moto inmovilizada.
La señora que no conduce se baja del coche. Su amiga quita los intermitentes y se dispone a arrancar, cuando un chico joven se acerca mucho a la rueda delantera izquierda del coche y le dice "señora, señora, la rueda". Mientras él hace esto, su amigo y compinche se acerca a la puerta trasera derecha del vehículo e intenta abrir la puerta.
Mi reacción: decir "señora, ni caso, siga, siga" haciéndole gestos con la mano de que no pare el vehículo y siga avanzando.

La señora me mira, me dice "qué?" y yo le contesto "que siga, que siga". La señora arranca, y se va, acojonadita, la pobre. Tengo que decir que tenía las puertas cerradas, al menos las traseras, pero si el ladrón hubiera intentado abrir la del copiloto, creo que se la hubiera encontrado abierta, porque la amiga acababa de salir del coche.

Total, que la señora se va, y ahí me quedo yo, sola, delante de aquellos dos señores tan amables y simpáticos. Rezaba para que llegara mi padre. Pero no llegó.
Por suerte los ladrones estaban tan dedicados a engañar a la señora, que creo que no se dieron cuenta de mi comentario, porque cuando la señora se fue, ellos siguieron su camino sin dirigirme ni una triste mirada. Existen dos opciones:
- Que no se enteraran de lo que dije.
- Que pensaran que si tenía los cojones de joderles el negocio es porque tenía un as escondido en la manga.

Al cabo de dos minutos pasaron dos motos de la guardia urbana. Aparecieron dos amigas por el lugar. Y, finalmente, llegó mi padre. Pero esos primeros momentos, tengo que reconocer que me asusté bastante.

martes, 5 de mayo de 2009

Una cuestión de responsabilidad

La gente que vive en una ciudad, en general agradece el anonimato que te ofrece, pero echa de menos que los demás se preocupen por ti. Hay quien dice que si te caes por la calle, la gente te ve en el suelo, y no hace nada. Tengo que decir que esto no sólo no me ha pasado nunca, sino que siempre que veo a alguien que se cae por la calle, la gente se acerca a ayudar.
Una vez una amiga me explicó cómo le intentaron robar el bolso, cómo el ladrón salió corriendo con el bolso, y cómo la gente que había por la calle no hizo nada para evitarlo. Únicamente un chico la ayudó, siguió al ladrón, quien al ver que estaban a punto de pillarle, soltó el bolso y siguió corriendo.
Unos meses después andaba con unas amigas por la calle y se repitió una de aquellas típicas escenas por el centro de Barcelona. Un chico tira de un bolso, sale corriendo, la propietaria del bolso grita en una calle llena de gente, y todo el mundo mira, sin hacer nada. Aquel día me pilló de buenas, me acordé de mi amiga, paré al ladrón y le quité el bolso de las manos. Él siguió corriendo y yo me fui con mi susto hasta casa.
La madre de una buena amiga mía trabaja en una de las calles más conflictivas de Barcelona, y es habitual ver a ladrones, quinquis, putas, chulos, yonkis y otras gentes de mal vivir. También es habitual que, cuando un turista despistado aterriza por esos lares, se lancen a ellos como moscas a la mierda e intenten (o consigan) robarles lo máximo posible. La madre de mi amiga, que ya no le tiene miedo a nada, cuando ve que van a robar a alguien, le grita "cuidado señora, que le quieren robar el bolso" o "siga con el coche, que le quieren robar, no tiene ninguna rueda pinchada".
Y luego están los carteristas del metro. Nadie los ve cuando le roban a uno, pero siempre te das cuenta de que van a robar a otros. Y alguien dice en voz alta "eh, tú, ladrona. Cuidado, que le quiere robar" y entonces se lia parda. Pero no siempre alguien lo dice, y a veces los ladrones se van con tu carterita, y por hoy les ha salido bien el tema.
Pues esto es un llamamiento a todos los que vemos robos. Ayudar a los demás en una situación así es una cuestión de responsabilidad. Es importante desenmascarar a los ladrones, que no les salga bien la jugada, y a ver si así se plantean un cambio de profesión.

PD. Hablando de profesión. Una vez, unos chicos intentaban robar a una guiri de una terraza, y yo que no les quitaba ojo de encima. Se dieron cuenta y me vino uno de ellos, con todo el morro, y me dijo "qué pasa? que no me dejas trabajar". Sí, sí, utilizó el verbo "trabajar" como si realmente tuviera que fichar cada mañana.

PD2. Este post viene a cuento porque ayer me volvió a pasar una de las mías con los ladrones. Ya lo explicaré otro día.

lunes, 4 de mayo de 2009

Reflexiones de un lunes cualquiera

Y la vida, que es hija de puta como ella sola sabe serlo, te va poniendo delante todo lo que matarías por no tener que encontrar.