viernes, 1 de febrero de 2008

Chadoo

Los invitados entran uno a uno a la zona del tatami. Se descalzan, se giran para colocar correctamente sus zapatos y se arrodillan en dirección a la sala, saludan con las manos colocadas de forma ritual en el suelo.
Así mismo saludan el arte pictórico y el ikebana, la zona donde se encuentra el agua caliente y el té. Uno por uno se sienta arrodillado en su justo lugar.
El maestro llega, saluda a sus invitados, y con la calma propia de alguien para quien el tiempo no es un impedimento, sirve cuatro tazas de té.
Se agradecen y saludan, y los invitados salen del tatami.
Cada detalle está medido y meditado, cada persona sabe cuál es su lugar, delante y detrá de quien va, cuáles son las palabras correctas y la medida exacta de sus gestos. Todo duró una hora aproximadamente, una hora en la que el tiempo se detuvo mientras yo asistía, absorta, a una ceremonia reducida de la ceremonia del té japonés.

No hay comentarios: