miércoles, 9 de diciembre de 2009

Con la música a otra parte.

Este año he visitado en cuatro ocasiones la capital del reino. La primera visita fue de redescubrimiento de una ciudad donde todo parecía colocado allí para fascinarme.
El segundo de los viajes supuso una visita de un día en que el Retiro se convirtió en el gran protagonista de nuestro descanso.
El tercer viaje fue un tanto extraño porque yo no suelo salir por las noches, y parecía el objetivo de aquella aventura.
En esta ocasión la música me acompañaba en la ruta marcada. Así, cuando llevábamos sólo media hora en la ciudad, ya entrábamos por la puerta del Garage Sónico, donde la música y el ambiente nos hizo añorar un local de estas características en nuestra ciudad. El sábado la ruta nos llevó "desde Las Ventas hasta Chamberí", sin fumar a medias, pero compartiendo la ciudad. En Aluche descubrí que Sabina no siempre da una imagen muy veraz en sus canciones. Y siguiendo la carretera hasta el Pan Bendito, sólo me llevé una foto y no encontramos ni excepciones ni dioses de ningún tipo. Delante de la puerta de la cárcel de Carabanchel pensé en dos presos comunes en el tejao de una prisión.
Finalmente, cuando llegamos al acceso del AVE y nos dijeron que habíamos perdido el tren, y debíamos esperar al siguiente, pensé que era mi destino sentarme en un banco de la estación y pensar que "yo me quedo en Atocha" porque ya no me podía bajar de ningún sitio.

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