lunes, 14 de diciembre de 2009

Marca la diferencia

Cuando era pequeña mi madre me enviaba a la tienda de "torrefactos" donde vendían el café a granel, y yo compraba paquetes de dos quilos, sin moler. Las propietarias ya me conocían, me daban sugus cuando tenía que esperar, me preparaban los pedidos, y yo me iba feliz y contenta con el café desprendiendo olor en las bolsas.

Esta mañana me he acordado de aquello porque se nos ha acabado el café en la oficina y he tenido que ir a la tienda de Nespresso a comprar. Nespresso ha revolucionado el negocio del café, donde nadie creía que se podía innovar; un producto básico que parecía que no se podía consumir ni vender de otras maneras, ha generado una revolución. Tienen una cara bonita para la publicidad, un producto limpio, una estética acorde con los tiempo, una forma sencilla de hacer café, y la posibilidad de que cada uno lo tome de sabores diferentes sin que ello suponga absolutamente ningún problema.

No sólo han generado una forma de consumir café, sino también una forma de venderlo. Os cuento la odisea: llegas a la tienda y un dependiente te abre la puerta mientras te espeta un "buenos días, señora". Bajas las escaleras donde te espera otro dependiente que te pregunta lo que quieres, como quieres comprar café, te indica "deberá colocarse en la cola, por favor" (es una cola larga, organizada con cintas de separación de cola, como en las atracciones de Port Aventura). Tras diez minutos de espera, serás el siguiente en ser atendido, y esto parece sencillo, pero hay una dependienta que está colocada al principio de la cola y cuando alguno de sus compañeros le hace una señal afirmativa con la cabeza, hace pasar al siguiente cliente "pase a la caja del fondo, por favor". Tras hablar con tres dependientes, cada uno con su función concreta, llegamos a la persona que nos pone las cajitas de café dentro de una bolsa. "muchas gracias señora, le apetecerá tomar un café?". Entras en la cafetería de la tienda, te ofrecen las últimas novedades, te piden que te sientes en una silla, y te sirven el café que más te apetezca por el módico precio de cero euros. Cuando sales, el mismo dependiente que te ha deseado un buen día al entrar, te lo vuelve a desear al salir.

En total, para comprar café, nos han atendido cinco personas (el "portero", los dos del principio y final de la cola, el que te ha vendido el café y el de la cafetería) todos ellos se han dirigido a ti con un "señora" al final de cada frase, y es posible que todo esto sea por haberte gastado tres euros en un paquete de diez cápsulas de café.

¿Cuál debe de ser el margen de beneficio de cada cápsula, para que sea más que rentable el negocio?

1 comentario:

LoSt dijo...

i george clooney no hi era atenent? no ho entenc, perquè mira que són cansinos ja eh