lunes, 31 de mayo de 2010

Le voyeur

Existen ocasiones en las que la mirada se nos escapa a pesar de que nuestro cerebro advierta de la inconveniencia de observar aquello.
Aquello que miramos capta todos nuestros sentidos, lo miramos con los ojos y también con los oídos. Observamos de una manera totalmente activa algo, aún sabiendo que en el segundo después de que haya finalizado el espectáculo nos arrepentiremos de haberlo visto.

Un ejemplo claro de este tipo de situaciones se da cuanto vemos un documental sobre circuncisiones practicadas en la selva; un documental sobre la alimentación en determinados lugares también selváticos del extremo oriente; un programa de adultos estúpidos que se dan patadas en los testículos en una biblioteca con el reto de no emitir ningún sonido; un debate en el que participe la Esteban; etc.

Pero en el top 5 de cosas que en realidad no queremos ver, pero siempre acabamos viendo porque somo incapaces de no sucumbir al morbo están:

En el número 5: Un robo. Ves la cara de quinqui del autor del hurto, ves a la víctima, quieres evitarlo pero no sabes cómo y sólo puedes mirar cómo se van sucediendo los hechos. Y luego te arrepientes de haberte quedado mirando y no haber hecho nada. Es horrible!

En el número 4:Un borracho a punto de caerse. Tu instinto de buena persona te obligaría a ayudarle en una situación así, pero no sólo no le ayudas sino que te quedas ahí esperando a ver cuándo se la mete. Tengo que decir que esto me pasó el otro día, a plena luz, con un hombre muy perjudicado que intentaba subir a una bici. Lastimica.

En el número 3: Alguien meando en la calle. Tú, que eres pudoroso, prefieres que el tema de la micción lo lleve cada uno lo mejor que pueda en la intimidad de un baño. Pero cuando ves a alguien apoyado contra una pared, o contra un contenedor dándose el gustazo de mear en mitad de la vía pública, no puedes evitar mirarle. Y le miras, pero durante todo el proceso estás esperando que no haga un gesto brusco que coloque su miembro viril en tu campo de visión. Si esto sucede el arrepentimiento por haberte quedado mirando, nunca será el suficiente.

En el número 2: Un chulo playa. Tú sabes que no debes mirarle porque eso implicará que piense que ha triunfado. Pero no puedes evitarlo. Con esa cadena de oro. Con ese bañador apretado. Con ese moreno de UVA. Con esa depilación en los brazos y en las piernas. Con ese movimiento al andar, que a cualquiera le preguntarías si está bien, pero a él no porque sabes que es un chulo-playa. Y lo peor es que no puedes evitar escuchar cuando intenta ligar con la chica mona que toma el sol en la toalla de delante a la tuya. No puedes evitar ver cómo se fragua el fracaso público de nuestro protagonista.

En el número 1: Sin lugar a dudas, en el primer puesto sólo podía estar la gala de Eurovisión, los comentarios de Uribarri, las votaciones de los países y las falsas sonrisas de los perdedores cuando ya se saben perdedores. Al acabar los pocos o muchos minutos que hayas aguantado semejante tostón, apagas la tele y te quedas mirándola como si te hubiera robado el alma. Siempre te repites que el año que viene no la verás, pero aunque sólo sean las votaciones, vuelven a minar tu fuerza de voluntad.

2 comentarios:

Anónimo j. dijo...

Jajajajajaja!!! Reconozco que me siento identificado con todos, aunque este año no pude ver Eurovisión. Lastimica.
j.

LoSt dijo...

jo també, quina vergonya!