miércoles, 23 de enero de 2013

El futuro no será para los cautelosos

Que nadie me malinterprete, no pretendo hacer una apología de la acción sin reflexión pero, en ocasiones, pecamos de cautelosos.

Leo la receta de una hamburguesa en un blog, en que uno de los ingredientes es el queso. El primer comentario que leo es "se puede hacer sin queso?" y me dan ganas de contestar "No, jamás. De hecho, creo que deberías borrar el comentario para que jamás queden vestigios de duda sobre ese tema. Ahora ve al espejo, mírate, y repite cual mantra la siguiente frase "nunca intentaré hacer esta receta sin queso" hasta el amanecer del tercer día".

Si la intención es hacer la hamburguesa, nada pierde el comentarista en probar a hacerla sin queso, sin comino, sin pimentón... Evidentemente si finalmente no le pone ninguno de los ingredientes que propone la receta, hará otro plato! Ese es el mayor riesgo, oh, dios mío!!

Esto me ha hecho pensar en que no nos gusta errar, lo cual es normal, pero ello nos lleva a paradojas absurdas. Por no equivocarnos, no tomamos decisiones, lo cual puede ser un error aún mayor. Por no fallar, no hacemos. Y ese es un miedo que adquirimos con los años. Los niños no temen el error, pero los adultos les inculcamos ese miedo y así, sin quererlo, esperamos que nuestros hijos no cometan errores. Esto, a parte de imposible, supone un posicionamiento que cuando éramos adolescentes odiábamos: que los adultos te hablaran desde la experiencia y con la connotación de saber más de lo que hablaban porque tenían más años.

Creo que es positivo errar, para aprender y para descubrir que los errores que cometimos nos llevan al donde nos encontramos ahora, con todo lo malo y todo lo bueno que ello conlleva.

2 comentarios:

zahoum dijo...

Errar es sinónimo de vivir. Quien no erra no vive y quien no vive...

Anónimo dijo...

... quien no vive, ¿no erra?
j.